" Era otra ve el Conejo Blanco que volvía saltando poco a poco y mirando ansiosamente a uno y otro lado como si estuviera buscando algo. Alicia oyó que mascullaba para sus adentros: ¡Ay la Duquesa! ¡La Duquesa! ¡Por vida de mis queridas patitas! Hay de mi piel y de mis bigotes! Estoy tan seguro que me mandará ejecutar como de que los grillos son grillos! ¡Dónde diablos puedo haberlos dejado caer! ¡dónde, dónde!" ...
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